Otro trabajador, con las misma calificación mía, consideraba que ese pago sí era adecuado.
De eso se tratan las relaciones humanas, de intercambio de valor, si no lo percibo, me voy.
Esa percepción, como todo lo humano, está impregnada de nuestra subjetividad.
Este es un ejemplo laboral, pero aplica igualmente para las relaciones de amistad, familiares y románticas.
En las románticas, esa subjetividad pasa por muchos matices, desde la apariencia física, la habilidad para bailar, el desempeño sexual, el aspecto financiero, social, profesional, intelectual, las aficiones y otras tantas cosas a las que cada uno le damos una importancia relativa diferente.
Al final, todo se resume en el intercambio de valor que cada uno percibimos dar y recibir, si no lo hay, no hay relación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario