viernes, 27 de enero de 2023

Y sí, vivimos en una matrix


Ah, pero no la de Hollywood, ni de ordenadores, ni de dioses locos que nos manipulan.

Ya Descartes, en el siglo XVII, en su Discurso del método, con su famosa deducción, si tengo duda, entonces pienso y si pienso, entondes existo. 


La matrix en la que vivimos, es una que construimos nosotros mismos.

Esto se está poniendo bueno.

La realidad no existe. La verdad no existe.

Existe MI realidad y MI verdad.

Una clásica pregunta al respecto es que, si mi azul es tu mismo azul.

Y la respuesta es NO.

Ninguno podemos ver lo que el otro está viendo. Solo podemos coincidir en llamar a las cosas con cierta denominación, porque es un aprendizaje común de unas convenciones sociales y culturales.

Desde una perspectiva fisiológica, lo que hacen los sentidos, es captar información del medio ambiente, transmitirla eléctricamente por estructuras nerviosas, formadas por axones neuronales, recolectar la información en un vivel central y transmitirla a ciertas regiones específicas del cerebro, donde es procesada y el cerebro de cada quien le da un significado propio y único de esa persona, a esa información y la hace conciente.

Ahora, ¿de que depende el significado que cada uno le damos a la información que recibimos de estas fuentes sensoriales?

Pues depende de varios factores:

1. Nuestra estructura evolutiva

Por ejemplo, ante la percepción de peligro, nuestro cuerpo reacciona con una serie de neurotransmisores y sustancias químicas sistémicas, que preparan el cuepro para tomar una acción de pelea, huida o parálisis.

El cerebro no distingue entre el peligro real y el imaginario y ante los dos, reacciona igual.

En la evolución fue una respuesta muy útil del hombre nómada a los innumerables peligros de la naturaleza inhóspita.

Este rasgo evolutivo se quedó en la modernidad, donde hay cierta seguridad en cuanto a esos peligros naturales, pero nos quedó la reacción ante la percepción de otro tipo de peligros sociales.

2. La genética

La genética determina ciertos rasgos de personalidad y el fucionamiento del sistema nervioso y otros órganos.

La hiponcondriasis, es una condición donde los individuos experimentan una variedad de síntomas, a los que no se suele encontrar una explicación médica adecuada, a pesar de un buen abordaje clínico y de ayudas diagnósticas. Todo sale normal, pero la persona sigue relatando el síntoma, sobre todo de dolor en alguna parte del cuerpo.

Una de las hipótesis sobre el trastorno, es que esas personas tiene una sensibilidad aumentada a ciertos estímulos fisiológicos, que en otras personas no producen síntomas; como una contracción muscular, el movimiento del intestino o de un segmento corporal.

3. La experiencia personal y familiar

El subconsciente almacena nuestras experencias previas en cada situación vivida y la conecta a la emoción que se experimentó con ella. Cuando se vive una situación semejante, el cerebro, compara la nueva experiencia con la emoción almacenada de la vivencia anterior y responde en consecuencia.

Estas experierncias están muy influenciadas por la interacción social en nuestros primeros años de vida, principalmente los 7 primeros; con nuestros cuidadores y figuras de autoridad.

Entonces, la forma como vemos al mundo, no es más que una proyección de nuestro mundo interior forjado por todas esas influencias.

¿Fui un niño amado, protegido, respetado, castigado, culpado? En las respuestas a estas preguntas podemos encontrar muchas explicaciones a nuestro nivel de autoestina y comportamiento adulto.

¿Qué escuchaba en mi niñez, en mi familia sobre las relaciones personales y romáticas, sobre el dinero, sobre las finanzas, sobre la situación económica?

¿En mi familia creían que estaban en control o que siempre había fuerzas externas infranqueables que controlaban todo?

¿Había victimización y la sensación de que el mundo es algo que nos ocurre o empoderamiento y responsabilidad sobre la causalidad de nuestros resultados, respecto a nuestras acciones?

Además de pactos tácitos familiares, que trascienden de generación en generación

4.  Las ideas sociales y culturales

Otra fuente de programación consciente y subconsciente, son las ideas sociales y culturales con las que interactuamos cotidianamente.

Una de ellas es el seguimiento sin cuetionamiento de las ideas de líderes políticos, religiosos y artísticos.

Las expresiones culturales y artísticas que consumimos, como la literatura en prosa y en verso, la música,  la pintura, la escultura y el baile; también influencian nuestra percepción del mundo.

Todo esto forma esa matrix de creencias personales, que define la manera como vemos al mundo, tan única, propia y personal y, en consecuencia, la forma de relacionarnos con las personas, el dinero, las situaciones y las cosas.

Curiosamente hay maneras de hackear al subconsciente donde está almacenado todo esto y cambiarlo.

Por supuesto que no es fácil. Nadie ha dicho que lo fuera.






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