Fui el típico niño y adolescente flacuchento, del estilo "gancho", que no se pone la ropa sino que se la cuelga. Con un metabolismo envidiable, por más que comiera y era de muy buen apetito, no cambiaba mi figura corporal.
Nací y crecí en Palmira, una ciudad pequeña en la época. La escuela quedaba frente a mi casa. El colegio de bachillerato como a 1 km, iba y venía caminando.
Jugaba fútbol. Hacía parte de un equipo juvenil del barrio y también del equipo del salón de clases, no porque fuera bueno jugando, sino que mi desempeño académico era excelente y, tal vez, los compañeros, a manera de reconocimiento y agradecimiento por ayudarles en las tareas escolares, me incluían.
Llegué a la adultez, inicie a estudiar medicina. Me mudé a Cali, la capital, una ciudad grande. Me torné sedentario. Tomaba un bus urbano en la esquina de la casa para ir a la universidad y de regreso igual.
Como en tercer semestre se debe cursar la materia Deporte formativo, volví a jugar fútbol, una vez a la semana, durante ese semestre académico.
Además de ser sedentario, estaba al cuidado de mi abuela, una mujer maravillosa, generosa y que, como muchas personas, demostramos el amor en la comida.
Pues bien, se inicio mi camino hacia el sobrepeso.
Terminé la carrera, ya con sobrepeso. Ejercí en Quibdó, la capital del hermoso departamento del Chocó, región de gente maravillosa, lindos parajes y gastronomía fantástica.
Allí avancé hasta la obesidad.
Hice algunos intentos de hacer ejercicio. Comprar la bicicleta para usarla un mes y volver a guardarla. Iniciar el gimnasio con motivación, para luego abandonarlo al corto tiempo.
Mentirse con que no tengo tiempo para hacer ejercicio. Tiempo sí hay, lo que establecemos cada uno son prioridades y tal vez, el ejercicio no lo sea.
Ir a la consulta de nutrición, iniciar un intento de control calórico, tener un pequeño éxito con un par de kilos menos, para terminar peor de lo que se inició.
Estuve en el programa de obesidad que ofrecía mi asegurador en salud y, aunque hacía lo que sugerían, no me gustaba mucho porque lo veía encaminado hacia la cirugía bariátrica que, aunque es una opción válida, no era la que yo quería y solo la he visto como un recurso extremo, cuando todo intento haya fallado.
Lo que si tuve claro es que no había solución mágica, no había la pastillita de la cura, por eso no he sido amigo de batidos, malteadas, piercings o estrategias semejantes no avaladas por la ciencia moderna.
Además que siempre me ha parecido muy aburridor, tener que reemplazar un buen filete de punta de anca por una malteada.
En 2018, diagnóstico "oficial" de hipertensión (ya venía registrando cifras elevadas en las consultas médicas, pero el consejo era que si bajaba de peso lo podía controlar sin medicación).
A inicios 2019, parecía que ya lo tenía decidido, iba volver a intentar el control de peso.
Citas a endocrinología, medicina del deporte, nutrición, inscribirse en el gimnasio, otra vez la bicicleta, incribirse en las "maratones" (lo pongo entre comillas porque, no es que yo hiciera una maratón, ni media, así se llama el evento y yo me inscribo en la categoría 3k), hacía los 3k caminando el 90% del recorrido, pero ¡Lo hacía!
En abril de 2019 fui por primera vez en bici a mi sitio de trabajo, 9 km desde mi casa, logré pedalear 8 km y el último que es una pendiente lo hice caminando, pero ¡Lo hice! Unas 1:30 horas.
En mayo tuve una cirugía de menisco lateral derecho por lesión traumática, muy exitosa
Aunque ya tenía la motivación sobre el control de peso por la salud cardiovascular, que es lo que la mayoría consideramos, vino una fuerte advertencia del ortopedista especialista en rodilla que me operó, si no baja de peso, se va a joder la rodilla.
Tuve una incapacidad de 4 meses. Me preocupaba que iba a estar sedentario obligatoriamente, cuando ya había empezado a hacer algo de ejercicio y si seguía comiendo las cantidades que acostumbraba ¿A dónde llegaría?
Empecé a aplicar los conceptos básicos que ya me habían enseñado las nutricionistas, pero que no había aprendido, Siempre hay una brecha entre información y aprendizaje.
Hay dos de ellos esenciales: no hay nada prohibido, todo es cuestión de porciones y no porque está en el plato me lo tengo que comer.
Así que estoy aprendiendo a comer.
El deportólogo del gimnasio me enseñó. La contribución al peso se distribuye así:
80 % comida
15 % ejercicio
5 % genética
Por esto vez personas que hacen ejercicio, a veces intenso, incluso son instructores de deportes y están obesos, porque no cierran el pico.
Y el cuento que soy obeso porque mi familia es obeso !Pura paja! Soy obeso porque como mucho.
Un típico cuento de obeso, que yo lo dije es, no entiendo porque soy gordo si como tan poquito. Tenemos tan distorsionado el sentido del volumen de comida y las calorías, que suponemos que estamos comiendo poquito, cuando realmente lo hacemos en exceso.
Cualquier estrategia dietética de restricción calórica (esto es un decir, porque en realidad se trata de comer lo que NECESITAMOS y llegamos a ser obeso porque comemos mucho más que esto) hará que bajemos de peso. El problema es su sostenibilidad en el tiempo
Y hay regímenes dietarios variados que derivan su nombre del componente principal que reemplaza las calorías extra, la dieta de la piña, del coco, de la malteada o batido tal o cual.
La pregunta clave, al empezar, es ¿por cuánto tiempo lo haré? Y ahí inicia el problema ¿Cuánto tiempo aguantará comiendo piña o coco a diario? o ¿Cuánto le durará reemplazando una comida diaria por una malteada o batido? Tanto en el aspecto organoléptico (gusto) como económico. Tal vez ¿Uno, dos o tres meses) y luego ¿Qué? Pues, viene el rebote y estaremos como un yoyo, bajamos un poquito, para luego volvernos a subir y terminar peor de lo que empezamos.
Parece que los rebotes suceden porque el hipotálamo detecta la restricción calórica, respecto a lo habitual del individuo, como algo inusual y peligroso y hace ajustes para luego hacer comer en exceso y volver al círculo vicioso.
Una de las estrategias con buen soporte científico es el ayuno intermitente. Tampoco lo he llegado a hacer por el mismo análisis ¿Cuánto tiempo lo voy a sostener? Una forma de verlo es proyectarnos un par de décadas adelante y preguntarse a tal o cual edad ¿Aún estaré haciendo esto? Si la respuesta es sí, inicie; si duda o es que no, mejor use otra modalidad.
En conclusión, con la comida, lo mejor es continuar con la alimentación común y corriente, en las porciones, frecuencia y proporciones de nutrientes recomendadas y corrigiendo algunos vicios de exceso de cierto tipo de alimentos (azúcares refinados, harinas, fritos) y escasez de otros importantes (frutas, verduras, agua).
No consumo ningún nutracéutico, ni suplemento nutricional.
Otra enseñanza de ese deportólogo fue que hay un retraso de unos 20 minutos en las señales de saciedad entre el estómago y el hipotálamo. Esto quiere decir que cuando uno termina de comer lo que necesita, no debería sentir sensación de satisfacción, porque esta llegará unos minutos después, si la siente, ya comió en exceso.
En el control médico, unos 6 meses después de la cirugía de menisco, mi doctor me indicó que la rodilla estaba en perfectas condiciones y ya podía retomar mis actividades normalmente y por completo.
Seguí yendo algunas veces al trabajo en bici, ya lo hacía sin tener que caminar, luego sin tener que descansar, luego en menos tiempo. Actualmente lo hago en unos 40 minutos y convertí la bici en mi medio habitual de transporte.
Inicié a aprender a patinar a finales de 2019, pero no he podido continuar porque cerraron la academia a raíz de la pandemia.
También camino regularmente, troto, aunque es lo que menos me gusta.
Voy al gimnasio regularmente. Aparte de la evaluación del deportólogo, hay otra por fisioterapia, donde le dan una rutina mediante una aplicación de celular, también hay clases grupales con diferentes énfasis y el tradicional spinning, que no hago mucho porque ya hago bicicleta regularmente.
Uso una aplicación de registro de peso, me peso una vez a la semana, los domingos. La aplicación también calcula el porcentaje de grasa corporal con la medición de la cintura y cuello, lo que hago una vez al mes, el primer domingo.
Llegué al peso máximo de 108 kg que para 1,70 m da un índice de masa corporal (IMC) 37 (normal menos de 25) u obesidad grado 2, circunferencia abdominal de 117 cm; niveles de glicemia en rango de prediabetes, un perfil lipídico levemente alterado.
Hoy peso 68.8 kg, índice de masa corporal (IMC) 23,8; circunferencia abdominal 86 cm; porcentaje de grasa 17 %; cifras de glicemia, hemoglobina glicosilada y perfil lipídico perfectos, con HDL (lipoproteína de alta densidad o colesterol bueno) hasta 88 (se considera bueno por encima de 60).
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